Desde 2019 este país del Medio Oriente viene sufriendo una crisis económica considerada la peor de su historia, aun cuando las cicatrices de los 15 años de la guerra civil terminada en 1990 nunca sanaron.
Justamente este martes comenzó con protestas por los apagones que duran hasta 20 horas. En Líbano escasea la electricidad y el combustible. La moneda local se ha devaluado a tal punto que ha disparado los niveles de pobreza.
Despidos masivos, comercios quebrados, delitos derivados de la desesperación, instituciones devastadas por la corrupción, hiperinflación, son algunas de las calamidades ante las cuales el ciudadano se preguntaba: ¿qué más nos puede pasar?
Pero ni siquiera la explosión de este martes responde esa pregunta. Analistas internacionales dudan que, en los próximos meses, el gobierno pueda atender las necesidades de sus ciudadanos, y advierten que toda la región podría resultar afectada por un colapso total del país, víctima también de las luchas de poder entre las grandes economías locales como Arabia Saudita, Irán e Israel.