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La NASA no siempre logra sus objetivos: la misión Lunar Trailblazer fracasa


La aventura de la NASA por mapear el agua en la superficie lunar con la misión Trailblazer ha terminado en un abrupto y desafortunado fracaso, según ha comunicado la propia agencia norteamericana. Un golpe para los ambiciosos planes de la agencia estadounidense dentro del intenso pulso por el regreso al mencionado satélite.

El lanzamiento prometedor… que acabó en silencio
El 26 de febrero de 2025, el cohete Falcon 9 de SpaceX despegaba desde el Centro Espacial Kennedy en Florida, transportando dos grandes esperanzas del programa espacial estadounidense: el módulo de aterrizaje Athena de Intuitive Machines y el pequeño satélite Lunar Trailblazer de la NASA, encargado de buscar agua en la Luna. Apenas 48 minutos después del lanzamiento, Trailblazer se separaba correctamente del cohete y todo apuntaba a una misión rutinaria y exitosa.

Tal como se planificó, los operadores desde Pasadena, California, establecieron la primera comunicación con el satélite. Sin embargo, la alegría duró poco. Aproximadamente 12 horas más tarde, Lunar Trailblazer dejó de responder y se perdió la comunicación bidireccional casi por completo. El equipo de la NASA trató infructuosamente durante días de recuperar la señal, pero la esperanza se desvaneció y la agencia ha dado por terminada la misión de forma oficial.


La información preliminar recogida antes del apagón resultó crucial para entender el fallo. Los datos telemétricos indicaron que los paneles solares de Lunar Trailblazer no estaban bien orientados hacia el Sol. Esta mala orientación impidió que las baterías se recargaran, lo que provocó que el satélite se sumiera en una espiral de bajo consumo y, finalmente, en un apagón total.

Sin la energía necesaria, las maniobras de corrección de trayectoria, fundamentales para colocar el satélite en la órbita lunar prevista y llevar a cabo su labor científica, quedaron canceladas de facto. Así, el satélite quedó a la deriva, girando lentamente más allá de la órbita de la Luna, mientras en tierra los ingenieros intentaban desesperadamente captar algún indicio de vida de la sonda. Finalmente, al quedar demasiado lejos, cualquier comando resultó inútil y la nave se ha perdido en el espacio profundo.


La NASA no siempre logra sus objetivos: la misión Lunar Trailblazer fracasa
La agencia espacial norteamericana ha perdido el contacto con el satélite, por lo que da por finalizada la misión.

La aventura de la NASA por mapear el agua en la superficie lunar con la misión Trailblazer ha terminado en un abrupto y desafortunado fracaso, según ha comunicado la propia agencia norteamericana. Un golpe para los ambiciosos planes de la agencia estadounidense dentro del intenso pulso por el regreso al mencionado satélite.


El 26 de febrero de 2025, el cohete Falcon 9 de SpaceX despegaba desde el Centro Espacial Kennedy en Florida, transportando dos grandes esperanzas del programa espacial estadounidense: el módulo de aterrizaje Athena de Intuitive Machines y el pequeño satélite Lunar Trailblazer de la NASA, encargado de buscar agua en la Luna. Apenas 48 minutos después del lanzamiento, Trailblazer se separaba correctamente del cohete y todo apuntaba a una misión rutinaria y exitosa.

Tal como se planificó, los operadores desde Pasadena, California, establecieron la primera comunicación con el satélite. Sin embargo, la alegría duró poco. Aproximadamente 12 horas más tarde, Lunar Trailblazer dejó de responder y se perdió la comunicación bidireccional casi por completo. El equipo de la NASA trató infructuosamente durante días de recuperar la señal, pero la esperanza se desvaneció y la agencia ha dado por terminada la misión de forma oficial.


La información preliminar recogida antes del apagón resultó crucial para entender el fallo. Los datos telemétricos indicaron que los paneles solares de Lunar Trailblazer no estaban bien orientados hacia el Sol. Esta mala orientación impidió que las baterías se recargaran, lo que provocó que el satélite se sumiera en una espiral de bajo consumo y, finalmente, en un apagón total.

Sin la energía necesaria, las maniobras de corrección de trayectoria, fundamentales para colocar el satélite en la órbita lunar prevista y llevar a cabo su labor científica, quedaron canceladas de facto. Así, el satélite quedó a la deriva, girando lentamente más allá de la órbita de la Luna, mientras en tierra los ingenieros intentaban desesperadamente captar algún indicio de vida de la sonda. Finalmente, al quedar demasiado lejos, cualquier comando resultó inútil y la nave se ha perdido en el espacio profundo.

Un objetivo innovador con Lunar Trailblazer
El fin de esta misión ha supuesto un golpe para la NASA, ya que el satélite representaba un avance tecnológico sin precedentes en la exploración lunar. Con apenas 200 kilos y un tamaño similar a un lavavajillas, la sonda era un ejemplo de eficiencia y miniaturización. Su cometido era ambicioso: emplear dos sofisticados instrumentos científicos -el espectrómetro infrarrojo HVM3 y el generador de imágenes Lunar Thermal Mapper- para cartografiar en alta resolución la presencia, forma y variación del agua en la superficie lunar y, en especial, en las zonas en sombra permanente del polo sur.

La obtención de estos mapas se esperaba que fueran clave para planificar futuras misiones tripuladas, identificar recursos para la exploración y ampliar el conocimiento sobre el agua en otros cuerpos celestes sin atmósfera en el sistema solar.

Los riesgos de las misiones de bajo coste en el disparadero
Lunar Trailblazer formaba parte del programa SIMPLEx de la NASA, enfocado a misiones científicas de bajo coste y alto riesgo, que comparten lanzamiento con cargas principales para reducir el presupuesto global. Este modelo, aunque permite probar nuevas tecnologías y estrategias rápidamente, implica asumir mayores probabilidades de fracaso: menores controles, menos redundancias y una gestión de riesgos distinta a la de las emblemáticas misiones principales.


De hecho, no es el primer tropiezo reciente para la NASA en la Luna. Programas como el CLPS (Commercial Lunar Payload Services) suman ya varios fracasos: los módulos de Intuitive Machines o el Peregrine de Astrobotic han acabado en situaciones frustrantes, evidenciando lo complicada que es esta clase de misiones.

El revés del Lunar Trailblazer no implica únicamente la pérdida de una valiosa oportunidad, sino que alimenta el debate sobre la estrategia lunar estadounidense y la percepción pública del programa. La apuesta de la NASA por estas misiones comerciales de bajo coste resulta difícil de justificar teniendo en cuenta la tasa de fracasos: hasta el momento tres de cada cuatro intentos recientes han acabado en desastre.

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