La arquitectura pasiva intenta evitar las pérdidas de calor de los edificios para limitar al máximo el consumo energético.
Partes de la tierra que estaban habituadas a climas templados experimentarán meteorologías mucho más extremas. A más calor, más aire acondicionado, que resultará en más consumo de energía, lo que contribuirá al calentamiento global y se traducirá en más calor. Un círculo vicioso en el que ya estamos inmersos y que nos condena al desastre.
Existen, sin embargo, soluciones para construir edificios que tengan un menor impacto medioambiental, ya sea porque utilizan materiales naturales reciclables, como la madera o el barro, o porque siguen una serie de pautas que reducen drásticamente el consumo energético.
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La idea es que el ahorro de energía no debe ser solo cosa del usuario, sino que es algo técnico que puede y debe resolverse con los componentes de la arquitectura y a través de conocimiento técnico», explica a BBC Mundo Berthold Kaufmann, científico senior del Passivhaus Institut, la institución alemana que ha sentado un estándar de construcción que hoy se ha extendido por todo el mundo.
Es decir, que reducir el consumo de energía no solo debe depender de que bajemos el termostato, nos abriguemos más en invierno o nos acostumbremos a pasar calor en verano: la arquitectura debe y puede ayudar.
Aunque habitualmente solemos asociar las viviendas ecológicas con construcciones espectaculares y lujosas, o aquellas situadas en parajes de ensueño, en realidad cualquier casa, incluso un insulso bloque de apartamentos de extrarradio, puede convertirse en una casa pasiva.
La arquitectura pasiva se puede utilizar para grandes edificios públicos como esta estación de bomberos en Heidelberg, Alemania.